Familia es Familia
Los seres humanos somos sociales por naturaleza, desde que nacemos estamos en interacción con otros, que generalmente, al iniciar nuestro proceso de vida fuera del vientre materno, son nuestra familia (padre, madre, hermanos, primos, tíos, etc). Algunos llevan nuestra sangre, pero otros aunque no la llevan con sus actos, virtudes y afecto entregado, logran ocupar un lugar tan importante en nuestras vidas que se vuelven miembros de la llamada “familia”.
El vínculo que te une a una verdadera familia no es de sangre, sino de respeto y alegría por la vida de otro.
Richard Bach.
Los seres humanos somos sociales por naturaleza, desde que nacemos estamos en interacción con otros, que generalmente, al iniciar nuestro proceso de vida fuera del vientre materno, son nuestra familia (padre, madre, hermanos, primos, tíos, etc). Algunos llevan nuestra sangre, pero otros aunque no la llevan con sus actos, virtudes y afecto entregado, logran ocupar un lugar tan importante en nuestras vidas que se vuelven miembros de la llamada “familia”.
Cada familia es diferente de otra, tiene sus características, creencias, hábitos, costumbres y relaciones particulares.
Existen familias, por ejemplo, en que los niños son tratados como adultos y sometidos a exigencias no acordes a su edad; esto se debe a que los padres, con marcadas conductas de autoritarismo, no asumen que los pequeños de la casa están en un proceso de aprendizaje y maduración de su integralidad como seres humanos, es decir, en las áreas cognitiva, motriz, afectiva y social que los lleva a no ser tan hábiles como sus padres lo desearían. Este tipo de familias es llamado Rígido.
Por otra parte, algunas parejas que se convierten en padres dejan de lado sus gustos, salidas y espacios de esparcimiento porque se dedican al 300% a la tarea de ser papá y mamá. Esta es la familia centrada en los hijos, hace de estos el foco total y absoluto de atención aunque estén mayores y ya no la requieran con tanto énfasis. Los hijos se convierten en el único tema de conversación entre la pareja olvidando el diálogo de sus propios conflictos, sueños o necesidades, limitan sus salidas y momentos de esparcimiento, también la comunicación, lo que genera un deterioro de la relación que con el tiempo será difícil de reparar.
Es natural que como padres deseemos proteger a nuestros hijos, pero aveces nos excedemos. Algunos desearían que sus retoños estuvieran en una burbuja que los hiciera inmunes a los conflictos o dificultades a que se verán expuestos en el mundo actual y en el desarrollo normal de la vida, quisieran que fueran intocables y que la vulnerabilidad para ellos no existiera, por eso se sobre-esfuerzan en cuidar, ayudar, brindar, proveer y generar todo cuanto ellos requieran sin que tengan que esforzarse. Esta es la familia sobreprotectora, que ocasiona, realmente, el efecto contrario al deseado, los hijos se hacen más vulnerables a lo que la vida les presente ya que nunca han podido valerse por sí mismos y sus padres no estarán eternamente para ser su soporte.
En este afán de proveer, no les enseñan a tomar decisiones, a ser autónomos y a defenderse lo que es indispensable en este mundo que nos somete a tantos retos día a día.
En otras familias reina la inestabilidad, los padres se separan reiterativamente, tienen nuevas parejas no permanentes, los hijos deben vivir donde otros familiares y no con sus progenitores o viven un tiempo con mamá y otro con papá, en fin, se destaca la desunión y la falta de un direccionamiento. Las personas que han tenido que formarse en ambientes poco sanos como estos tienen una alta tendencia a la inseguridad, la baja autoestima, la dependencia afectiva, la frustración, la culpa, el rencor, a asumir conductas autodestructivas y a posibles depresiones, además de carencia de un proyecto de vida definido, entre otros.
En otros casos, encontramos algunos padres que se oponen al autoritarismo pero caen en la permisividad desplazando la disciplina y la normatividad tan necesarias en la formación de una personalidad prosocial. En estas familias es común observar que son los hijos quienes tienen el control y los padres obedecen a sus caprichos reinando así la complacencia por temor a que se enojen o se frustren o como dicen algunos, “no quiero que mis hijos vivan lo que yo viví, deseo que tengan todo lo que yo no pude tener, no los quiero castigar como fui castigado”. Recordemos que es importante mantener el punto medio, ni autoritarismo ni permisividad.
En conclusión, la familia perfecta no existe, ya que en los seres humanos no encontraremos la perfección, pero si podemos construir en nuestro núcleo un ambiente sano, donde exista:
· un rol de madre y un rol de padre definidos
· autoridad
· comunicación clara y asertiva (no agresiva o pasiva)
· actitud de perdón ante las diferencias y conflictos que puedan llegar a surgir
· claridad en las normas y deberes como también en los derechos de cada miembro
· valores éticos definidos
· unión, solidaridad y apoyo
· afecto en el dar y la disposición de recibir (abrazos, caricias respetuosas, palabras que demuestren lo importantes que son para nosotros , que expresen cuanto valen por sus virtudes y también lo que deben mejorar)
· metas y proyectos individuales y familiares
· celebración de fechas especiales (cumpleaños, grados, logros obtenidos, día de la madre, del padre, navidad, etc)
· momentos de diversión y recreación conjunta, identificar gustos de hobbies en común (pescar, piscina, montar bicicleta, etc).
· respeto por el espacio y la intimidad de los demás
· aceptación de la identidad y personalidad de cada miembro (no realizar comparaciones)
· orientación espiritual
Si practicamos las sugerencias anteriores tendremos altas probabilidades de mantener una familia armónica, funcional y sólida tan necesaria para cualquier ser humano en formación y para saber que “a pesar de los problemas familia es familia y cariño es cariño, como dice la canción.
"Familia es cuando amas a alguien hasta la muerte y harías cualquier cosa por ellos, confías en ellos y cuidas de ellos. Y a cambio, ellos hacen lo mismo. Es el tipo de vínculo que los mantiene unidos."
Luddy Maireth Caicedo Esteban
Richard Bach.
Los seres humanos somos sociales por naturaleza, desde que nacemos estamos en interacción con otros, que generalmente, al iniciar nuestro proceso de vida fuera del vientre materno, son nuestra familia (padre, madre, hermanos, primos, tíos, etc). Algunos llevan nuestra sangre, pero otros aunque no la llevan con sus actos, virtudes y afecto entregado, logran ocupar un lugar tan importante en nuestras vidas que se vuelven miembros de la llamada “familia”.
Cada familia es diferente de otra, tiene sus características, creencias, hábitos, costumbres y relaciones particulares.
Existen familias, por ejemplo, en que los niños son tratados como adultos y sometidos a exigencias no acordes a su edad; esto se debe a que los padres, con marcadas conductas de autoritarismo, no asumen que los pequeños de la casa están en un proceso de aprendizaje y maduración de su integralidad como seres humanos, es decir, en las áreas cognitiva, motriz, afectiva y social que los lleva a no ser tan hábiles como sus padres lo desearían. Este tipo de familias es llamado Rígido.
Por otra parte, algunas parejas que se convierten en padres dejan de lado sus gustos, salidas y espacios de esparcimiento porque se dedican al 300% a la tarea de ser papá y mamá. Esta es la familia centrada en los hijos, hace de estos el foco total y absoluto de atención aunque estén mayores y ya no la requieran con tanto énfasis. Los hijos se convierten en el único tema de conversación entre la pareja olvidando el diálogo de sus propios conflictos, sueños o necesidades, limitan sus salidas y momentos de esparcimiento, también la comunicación, lo que genera un deterioro de la relación que con el tiempo será difícil de reparar.
Es natural que como padres deseemos proteger a nuestros hijos, pero aveces nos excedemos. Algunos desearían que sus retoños estuvieran en una burbuja que los hiciera inmunes a los conflictos o dificultades a que se verán expuestos en el mundo actual y en el desarrollo normal de la vida, quisieran que fueran intocables y que la vulnerabilidad para ellos no existiera, por eso se sobre-esfuerzan en cuidar, ayudar, brindar, proveer y generar todo cuanto ellos requieran sin que tengan que esforzarse. Esta es la familia sobreprotectora, que ocasiona, realmente, el efecto contrario al deseado, los hijos se hacen más vulnerables a lo que la vida les presente ya que nunca han podido valerse por sí mismos y sus padres no estarán eternamente para ser su soporte.
En este afán de proveer, no les enseñan a tomar decisiones, a ser autónomos y a defenderse lo que es indispensable en este mundo que nos somete a tantos retos día a día.
En otras familias reina la inestabilidad, los padres se separan reiterativamente, tienen nuevas parejas no permanentes, los hijos deben vivir donde otros familiares y no con sus progenitores o viven un tiempo con mamá y otro con papá, en fin, se destaca la desunión y la falta de un direccionamiento. Las personas que han tenido que formarse en ambientes poco sanos como estos tienen una alta tendencia a la inseguridad, la baja autoestima, la dependencia afectiva, la frustración, la culpa, el rencor, a asumir conductas autodestructivas y a posibles depresiones, además de carencia de un proyecto de vida definido, entre otros.
En otros casos, encontramos algunos padres que se oponen al autoritarismo pero caen en la permisividad desplazando la disciplina y la normatividad tan necesarias en la formación de una personalidad prosocial. En estas familias es común observar que son los hijos quienes tienen el control y los padres obedecen a sus caprichos reinando así la complacencia por temor a que se enojen o se frustren o como dicen algunos, “no quiero que mis hijos vivan lo que yo viví, deseo que tengan todo lo que yo no pude tener, no los quiero castigar como fui castigado”. Recordemos que es importante mantener el punto medio, ni autoritarismo ni permisividad.
En conclusión, la familia perfecta no existe, ya que en los seres humanos no encontraremos la perfección, pero si podemos construir en nuestro núcleo un ambiente sano, donde exista:
· un rol de madre y un rol de padre definidos
· autoridad
· comunicación clara y asertiva (no agresiva o pasiva)
· actitud de perdón ante las diferencias y conflictos que puedan llegar a surgir
· claridad en las normas y deberes como también en los derechos de cada miembro
· valores éticos definidos
· unión, solidaridad y apoyo
· afecto en el dar y la disposición de recibir (abrazos, caricias respetuosas, palabras que demuestren lo importantes que son para nosotros , que expresen cuanto valen por sus virtudes y también lo que deben mejorar)
· metas y proyectos individuales y familiares
· celebración de fechas especiales (cumpleaños, grados, logros obtenidos, día de la madre, del padre, navidad, etc)
· momentos de diversión y recreación conjunta, identificar gustos de hobbies en común (pescar, piscina, montar bicicleta, etc).
· respeto por el espacio y la intimidad de los demás
· aceptación de la identidad y personalidad de cada miembro (no realizar comparaciones)
· orientación espiritual
Si practicamos las sugerencias anteriores tendremos altas probabilidades de mantener una familia armónica, funcional y sólida tan necesaria para cualquier ser humano en formación y para saber que “a pesar de los problemas familia es familia y cariño es cariño, como dice la canción.
"Familia es cuando amas a alguien hasta la muerte y harías cualquier cosa por ellos, confías en ellos y cuidas de ellos. Y a cambio, ellos hacen lo mismo. Es el tipo de vínculo que los mantiene unidos."
Luddy Maireth Caicedo Esteban
Temas Relacionados
No existen contenidos de ayuda relacionados para mostrar
Ya recibimos tu correo. Pronto te contactaremos.