La vida es una caja de sorpresas, nunca sabes con que te vas a encontrar aunque a pesar de esto intentas llevar cierta planeación lo cual es totalmente válido e importante. Esto te permite tener cierta proyección de lo que te gustaría que fuera tu existencia, de lo que te gustaría lograr o conseguir mientras caminas por este mundo. Sin embargo,  en ocasiones dicha planeación empieza a obtener un matiz obsesivo y rígido que no permite desviar el camino. Es decir, solo tienes en mente una única opción y olvidas que no siempre los proyectos resultan como tú lo esperas a pesar del esfuerzo realizado.

Al tener una visión tan limitante (diferente de perseverante) estas abriendo de par en par la puerta a la frustración. ¿Has escuchado hablar del plan B? yo diría que en ocasiones no se requiere solo de plan B, sino también de plan C o D. Estos,  hacen referencia a visualizar más alternativas ante una misma situación, no solo centrarte en una opción sino pensar que siempre existen otras posibilidades sea cual sea la situación.

No hablo tampoco de tener un pensamiento negativo y fatalista “nunca nada me sale como espero”, sino de ver la vida de una forma natural, es decir, impredecible y sorprendente, a veces a través de momentos agradables, a veces a través de realidades fuertes que nos sacuden y de qué forma. Tampoco se trata de vivir en desasosiego por qué no sabes que vendrá, sino sencillamente se trata de vivir y sobrevivir.

Resulta un poco difícil, pero si aprendes en tu día a día a abrir tu mente y tus pasos a lo que vayas encontrando en el camino seguramente quedará poco espacio para la frustración y tantas otras emociones y sentimientos negativos que surgen a partir de ella, como rabia, tristeza y desesperanza, que pueden terminar en depresión o problemas somáticos (alteraciones del sueño, dolores de origen no fisiológico), en fin, alteraciones físicas y emocionales que ponen en riesgo tu salud. ¿Vale la pena estar así solo por terquedad o falta de visión?

A veces es necesario rendirse, no siempre se gana o empata, en vez de resistirte u oponerte a algo que es irremediable, acéptalo con humildad. Muchas veces la terquedad solo consigue cerrar puertas e ignorar oportunidades.

De todo esto, se puede concluir que lo realmente importante es que nunca dejes de soñar, tal vez se pierda una batalla pero no la guerra. La Madre Teresa de Calcula dijo unas sabias palabras:

“…Cuando por los años no puedas correr, trota.
Cuando no puedas trotar, camina.
Cuando no puedas caminar, usa el bastón.
¡Pero nunca te detengas!”

En mis palabras, acepta lo inaceptable, sigue por otro camino y nunca te detengas.

Luddy Maireth Caicedo Esteban
Psicóloga Servicio de Apoyo al Proceso de Duelo